sábado, 23 de octubre de 2010

La maldad

Las personas contamos con cierto abanico de respuestas ante las situaciones.
las más adaptables pueden desplegar un abanico más amplio y las menos adaptables, tienen un número de alternativas disponibles bastante menor.
Por otra parte, con frecuencia, esas respuestas tienen un sesgo o tendencia en función de la personalidad. Es decir, algunos responderán de forma más agresiva, otros temerosa, otros disfrutarán de nuevas experiencias, otros sentirán frustración, etc.
Sí es habitual que cuando una persona no sepa afrontar una situación difícil, guarde rencor y odio hacia otras personas involucradas en esa situación, y la rabia le domine. Cuando ocurre ésto, probablemente despliegue conductas encaminadas a dañar esas personas a las que culpa. Si esto se reproduce con frecuencia, en muchas situaciones o con mucha intensidad, probablemente el círculo se retroalimente, provocando todavía más el mismo efecto.
Creo que ésto es lo que llamamos maldad, ya que la persona trata de hacer daño a los demás de forma aparentemente gratuita. En realidad no es gratuito, sino que obtiene el beneficio de reafirmar su propia imagen, obtener victorias (grandes o pequeñas), vengar su propio dolor...
Los demás debemos protegernos de estas situaciones. Puede ser como un socorrista, que al tratar de salvar a otra persona de un ahogamiento puede ser fácilmente arrastrado por la propia víctima que trata de rescatar. Así, la persona "malvada", además se ve rechazada en sus intentos de salir a flote, ya que su "salvavidas" elude sus intentos de empujarle hacia el fondo para salir ella de la angustia.
Entonces, vemos que la persona "malvada" actúa provocando nuevas víctimas (sus actos provocan en sus víctimas el mismo proceso de rabia, rencor y odio), pero en realidad su principal víctima (la más dañada) es ella misma. Difícilmente podrá salir del atolladero sin que reconozca que está en él. Y cada vez estará hundida más profundamente. Son las arenas movedizas del mal: atrapan a quienes tienen sentimientos rencorosos, y cuanto más les mueve el rencor, más se hunden.
Si no reconocemos estos efectos, cada uno puede convertirse en un nuevo atrapado por las personas "malvadas". Es posible que inicialmente nos mueva el deseo de revancha, pero si no lo manejamos adecuadamente, probablemente te conviertas en tu principal víctima.
Las personas malas no son malas. Son la primera víctima de una cadena iniciada por no tener unas conductas más beneficiosas para sí mismas.

1 comentario:

  1. Yo solo tengo que comentar que existe el rescate pasivo cierto es que como en la vida normal es algo muy difícil dejar que el ahogad@ se debilite por sus propios actos hasta que no pueda mas y se ahogue saliendo a flote el rescatador, es algo muy difícil pero es una forma muy inteligente, bajo mi punto de vista, de que te no te lleven al fondo.
    Un saludo Héctor

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