martes, 16 de diciembre de 2014

Guarda, custodia y patria potestad

En España la ley recoge una serie de derechos-obligaciones de los progenitores en relación a sus hijos/as. Durante el matrimonio estos derechos y obligaciones son compartidos entre padre y madre (aunque no siempre de forma equitativa). Pero cuando se produce un divorcio los jueces empiezan a repartir trozos de derechos y deberes.
Lo que se produce de forma más habitual es que se otorgue la guarda y custodia a la madre, régimen de visitas para el padre, patria potestad compartida, pensión de alimentos a la madre y atribución de la vivienda familiar a la madre (por extensión de la atribución a los menores).
Tras varios años viviendo bajo esta distribución sólo puedo observar que se trata de una falacia respaldada por leyes y juzgados.
Cuando, en mi régimen de visitas, tengo a mi hija en mi compañía, estoy ejerciendo la guarda y custodia. Esta doctrina la plasma el Tibunal Supremo. Es decir, la guarda y custodia es efectivamente compartida, aunque sea con una distribución desigual en el tiempo entre padre y madre, en la mayor parte de los casos.
Aunque haya una sentencia judicial que atribuye la patria potestad a ambos progenitores de forma compartida, la realidad es que quien tiene la asignación de custodia es quien toma las decisiones que afectan a la salud, educación, etc. Por tanto, la patria potestad es efectivamente monoparental, aunque alguno de los progenitores se esfuerce por ejercerla, en la mayor parte de los casos.
Finalmente están las cargas económicas. Asignando la pensión de alimentos y vivienda a uno de los progenitores, mientras el otro tiene que mantener otra vivienda con capacidad para él y los menores a la vez que sigue asumiendo las cargas de la que fuera vivienda familiar, el progenitor que no tiene asignación de custodia acaba asumiendo una carga económica mucho mayor en la mayor parte de los casos.
Por tanto en la mayor parte de los casos, un progenitor asume una parte de la custodia, un resquicio de patria potestad y gran parte de la carga económica, y el otro asume el restante de cada concepto.
Pero no sólo es importante la estafa jurídico-legal en torno al divorcio para los divorciados. Más importante aún es el efecto en los hijos/as y las repercusiones sociales.
El mensaje que se termina transmitiendo es claro: la madres se deben hacer cargo del cuidado de sus hijos y los padres deben proporcionar el sustento. Resulta curioso, cuando menos, que este mensaje sea rechazado públicamente, pero respaldado por las acciones de la sociedad.
Con este precepto en cientos de miles de divorcios, incluido el mío, dudo que mi hija pueda tener las mismas oportunidades laborales que un hombre, ya que ella será candidata a cuidar de sus hijos y los hombres serán candidatos a proporcionar el sustento.
También dudo que pueda mantener una relación de pareja equilibrada entre las partes, ya que se reconocen distintos derechos y obligaciones a ambas partes.
En fin, en España se habla de igualdad, pero la realidad es que se promueven las diferencias. Y esta discriminación es promocionada por machistas y feministas, aunque es el colectivo feminista quien ha obtenido más logros en la carrera sexista.

miércoles, 15 de enero de 2014

Un solo crimen acaba con mil actos de amor

Un solo crimen acaba con mil actos de amor...

La ¿libertad?

¿Por qué tantas personas anhelan la libertad de decir a los demás lo que tienen que hacer?

miércoles, 6 de junio de 2012

Víctimas de la crisis


Un empleado de una corporación realiza prácticas que rayan la inmoralidad y en casos sobrepasan la legalidad para conseguir que su empresa cobre morosos o consiga mejorar sus activos. Otro es reacio a ese modo de trabajo que atenta contra contra sus principios fundamentales. ¿A quién despide la corporación en el próximo recorte de plantilla?, al mojigato.
En un bar, un empleado se muestra beligerante y exigente, mientras otro es sumiso y colaborador. El dueño despedirá al sumiso: menos problemas.
Y si seguimos nos encontramos con millones de personas que son más débiles en su relación con el sistema económico. Son pedazos de pan, incapaces de hacer daño a una mosca. Y son víctimas de su propia bondad, que se torna estupidez.
Por tanto, la crisis va arrastrando primero a esos corderos como víctimas propiciatorias y dejando a los buitres que se alimentan, e incluso engordan, en este ambiente de masacre.
Nuestra sociedad se divide en ganadores y perdedores.
¿Y cuál es la solución para que nuestra sociedad no pierda ese capital humanitario? No importa. La cosa seguirá avanzando hasta que llegue a los buitres. Cuando ese conjunto empiece a sufrir en carne propia los dolores de la carestía, empezarán a presionar para que las cosas se arreglen. Y será con esta llamada inconformista, que no acepta cualquier cosa ni a cualquier precio, cuando se pongan en marcha soluciones de verdad. Mientras tanto, habrá corderos que vayan al matadero sin mayores consecuencias.
Cuando los débiles puedan beneficiarse de la mejora, será una cuestión accidental. Habrán tenido la suerte de que en el proceso de proteger los intereses del fuerte, ellos han salido beneficiados.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Con paso firme por la vida

Un hombre camina recto con paso firme por la vida. La vista al frente. Sin apartarse de su rumbo.
Su brújula le indica que no se desvía. Él sabe que debe continuar recto adelante para llegar a su objetivo. Lleva ya mucho tiempo caminando. No sabe cuánto le queda. No sabe bien qué habrá al final del camino.
El cansancio, el fortalecimiento de sus piernas, los callos y ampollas de sus piés le confirman que la distancia recorrida es grande. Pero todavía no ve la meta.
Cuando se detiene a mirar a los lados parece que siguiese en el mismo punto, pero sabe que no puede ser. Que con todo lo que ha andado, debe hallarse mucho más cerca de su destino.
Y vuelve a caminar, y caminar, y caminar...
Es inconcebible que pueda estar equivocado. Tanto tiempo y tanto esfuerzo deben haberle llevado muy lejos del punto de partida. Aunque no fuese hacia donde pretendía. Pero no puede seguir donde estaba.
Y sin embargo lo parece. Como si al andar no avanzase. Como si siempre tropezase con los mismos obstáculos. Como si diese vueltas en círculo.
Pero sabe que no es posible. Camina recto. Su brújula se lo asegura.
Lleva tanto tiempo caminando y es tanto el esfuerzo invertido. ¿Llegará alguna vez? ¿Dónde está el destino? ¿Muy lejos todavía? ¿Ha avanzado algo realmente? ¿Cómo puedo no avanzar si no paro de caminar recto?
Es como si estuviese en la rueda de un hamster, que corre y corre, pero siempre está en el mismo lugar.
Que siempre corre recto, pero siempre tropieza con los mismos obstáculos. Y siempre está en el mismo punto. Por mucho que corra.
Si efectivamente estuviese en la rueda, ¿debería salir de ella? Dentro de la rueda podría continuar su carrera hasta que se agoten las fuerzas. Sin desviarse y siempre recto al frente.
¿Y fuera? ¿Seguirá valiendo su brújula? ¿Hacia dónde deberá caminar? ¿Habrá un lugar por el que caminar?
Tal vez hacerse preguntas es malo, porque pueden llevar a más incertidumbre. Seguramente es mejor seguir en la rueda y no mirar a los lados para comprobar si avanza.
Pero lleva tanto tiempo caminando y parece que está en el mismo lugar...

sábado, 8 de octubre de 2011

Hombres y mujeres

Los hombres y mujeres  tenemos la capacidad de comunicarnos mediante las palabras, tanto de forma oral como escrita, a diferencia de las piedras, las nubes, las pulgas, los cardos, etc, que no pueden.
Las mujeres y los hombres tenemos manos con dedos prensiles, cabeza, piernas..., a diferencia del mar, las farolas, los perros, las chimeneas, las galaxias, etc., que no tienen.
Los hombres y mujeres habitamos en viviendas que en muchos casos cuentan con luz eléctrica, agua corriente, cuadros decorativos, televisiones, etc., a diferencia de los árboles, las montañas, las aceras, los osos, los tiburones, los glaciares, etc., que simplemente están donde les toca y aparentemente no son capaces de modificar tanto su medio ambiente.
Las mujeres y los hombres nos desarrollamos en el seno de una sociedad, adquirimos formación, desarrollamos un trabajo que nos proporciona remuneración para poder adquirir las cosas que necesitamos y/o deseamos a diferencia de los mosquitos, los coches, las ventanas, las acacias, los charcos, los lobos, etc., que si bien algunos pueden tener sociedad, es muy distinta de la nuestra.
Los hombres y las mujeres levantamos barreras que nos separan según nuestro sexo y posiblemente esto, que hacemos en común, sea lo más nos separe, a pesar de parecernos muchísimo más de los que nos diferenciamos.
Las mujeres y los hombres miramos al otro lado de la barrera, donde se encuentran las personas del otro sexo, con una mezcla de deseo y rechazo, atracción y recelo, compañerismo y desprecio, orgullo y envidia, curiosidad y miedo.
Los hombres y las mujeres hablamos de igualdad y somos distintos, aunque parecidos. Hablamos de igualdad y fomentamos la discriminación. Hablamos de igualdad y creamos la barrera que nos separa.

martes, 15 de marzo de 2011

¿Por qué muere el amor?

Esta entrada va dedicada a Paqui, que me planteó la cuestión.

En primer lugar será necesario decidir qué consideramos amor para poder saber si muere y por qué. Sin duda se trata de un concepto muy difícil de definir y, por otra parte, seguramente el concepto de amor difiere de una persona a otra. Y creo que la clave está en tratar el concepto que cada cual tiene del amor.
Seguramente hay muchos factores involucrados en el amor, pero podríamos definir cuatro factores que probablemente justifiquen la mayor parte del concepto de amor que cada persona tiene:

  • Deseo de bienestar para la persona amada: el grado en que deseamos que la persona a la que se ama se encuentre bien, sea feliz, etc.
  • Deseo de bienestar propio: el grado en que deseamos encontrarnos bien nosotros mismos y trabajamos por ello.
  • Deseo de hacer cosas para la persona amada: el deseo que tenemos de realizar actos orientados a la otra persona, tener interacción con ella, procurarle distintas cosas (satisfacción, bienestar, resolverle problemas, etc.)
  • Deseo de recibir cosas de la persona amada: el deseo que tenemos de que la otra persona realice actos orientados a nosotros, que tenga interacción con nosotros, procurarnos distintas cosas, etc.
Obviamente, cada uno de estos cuatro factores podrá tener un valor positivo o negativo, pero en este artículo hablaremos sólo de su lado positivo, ya que está orientado al amor y no al odio.
Si diésemos puntuaciones en cada uno de los cuatro factores para el sentimiento de amor que una persona tiene por otra, podríamos construir su "perfil". Estos perfiles pueden ser extremos y patológicos (o insanos) si están centrados sólo en uno de los factores. Por ejemplo:
  • Sólo deseo de bienestar para la persona amada y prácticamente cero en los demás: la persona se anula, cualquier posible satisfacción de la persona amada se considera buena con independencia de la procedencia, incluso a costa del bienestar propio. Es probable que no pueda aguantar indefinidamente una relación ya que uno mismo es parte de la misma y no puede subsistir sin uno de los protagonistas.
  • Sólo deseo de bienestar propio y prácticamente cero en los demás: si sólo se trata de satisfacer los deseos propios, se anula a la otra persona, que probablemente no quiera jugar ese papel indefinidamente y además, la relación no puede subsistir sin uno de los protagonistas.
  • Sólo deseo de hacer cosas para la persona amada y prácticamente cero en los demás: la relación será autoritaria y con imposiciones incluso a costa del sufrimiento de ambas personas. Uno de los dos en algún momento decidirá que la relación tiene que aportar satisfacciones, no imposiciones.
  • Sólo deseo de recibir cosas de la persona amada y prácticamente cero en los demás: probablemente siempre se considere insuficiente lo que se recibe del otro, y además probablemente tampoco sea satisfactorio, ya que no hay una autovaloración. A cambio de esa demanda constante hacia el otro, tampoco se entregará nada y el otro tampoco obtendrá satisfacciones. Tampoco es probable que perdure una relación.
Entre estos cuatro polos, hay una infinidad de posibles combinaciones, que darán lugar a distintos patrones. Pero para una relación de amor, son necesarios dos elementos, y probablemente sea más importante la complementariedad entre ambos que el perfil individual de cada uno (salvo los extremos patológicos)

En el siguiente gráfico vemos una relación descompensada, donde la persona "rojo" tiene un bajo deseo de bienestar propio, un alto deseo de bienestar del otro, un alto deseo de recibir y un bajo deseo de dar. En cambio "Azul" tiene un alto deseo de bienestar propio, un nivel medio de bienestar del otro, un alto deseo de recibir y un bajo deseo de dar:
Probablemente en esta relación rojo considere que el otro no le da lo que desea, mientras le demanda más de lo que quiere dar. Además con su bajo deseo de bienestar propio, probablemente lo que reciba le parezca insatisfactorio. Aunque le satisface cuando azul se siente bien. Azul también sentirá que obtiene menos de lo que desea y le piden más de lo que quiere dar. Además, como su deseo de bienestar de rojo es mayor que el que tiene rojo, probablemente se sienta frustrado al no poder ver a rojo satisfecho nunca. Seguramente el desequilibrio de ambos entre los deseos de dar y recibir cruzados vayan haciendo mella con el tiempo y al final el deseo de bienestar del otro se vaya reduciendo. Además azul probablemente se canse de la insatisfacción de rojo.

En cambio en una relación equilibrada (aunque cada uno de componentes non tenga un patrón igual), las cosas podrían ser muy distintas:
En este caso rojo desea estar bien y azul quiere que esté bien. Azul quiere estar bien y rojo quiere que esté bien. Rojo quiere dar mucho y azul quiere recibir. Rojo quiere recibir poco y azul quiere dar poco. Probablemente las expectativas de cada uno se vayan cumpliendo y la relación se sostenga.

En cualquier caso, los perfiles pueden ir cambiando con el tiempo para ambos componentes, aunque parece más probable que las relaciones descompensadas tiendan a descompensarse más hasta que se rompan y las compensadas a ir ajustándose cada vez más a medida que las expectativas de cada uno son más realistas.

Desde la perspectiva de este modelo, por tanto, el amor muere por unas expectativas descompensadas entre las personas presentes en la relación. Llevando el incumplimiento de esas expectativas y deseos a ir cambiando la propia naturaleza de la relación.